Conocido como un Trastorno del Espectro Autista (TEA), es un trastorno del neurodesarrollo (TND) caracterizado por el compromiso que presentan los niños en la interacción social y la comunicación, asociado a intereses restringidos, alteraciones en la conducta, comportamiento repetitivo y estereotipado. Igualmente, déficit en la función ejecutiva, afectando las capacidades de planificación, la flexibilidad y a las habilidades organizativas. Los criterios de diagnóstico del El Manual de diagnóstico y estadísticas de los trastornos mentales (DSM-5) destacan el procesamiento sensorial como un área clave de dificultades, que afecta a la percepción visual, auditiva y táctil, así como a la integración multisensorial.

Causa y características:
El autismo como enfermedad no existe, debido a que no tiene marcadores biológicos específicos, ni tampoco una fisiopatología que lo explique. Por tanto, se considera al autismo como un conjunto de síntomas derivados de una disfunción del sistema nervioso central (SNC) con diferentes grados de intensidad, tomando importancia el término de “espectro” por la amplia gama de síntomas, habilidades y grados de discapacidad funcional que se puede presentar en los individuos.  

Los estudios genéticos y ambientales señalan que, en la mayor parte de los casos, el autismo se origina en la fase prenatal (antes del nacimiento), de modo que el trastorno se genera a partir de un desarrollo anormal de los circuitos neuronales y la conexión entre la red del cerebro. Los estudios de neuroimagen y neuroquímica muestran la posibilidad de una disfunción temprana de la “red” cerebral más allá de presentar anomalías o daño primarias y localizadas en el cerebro del niño. Igualmente, existen enfermedades que pueden acompañarse de un trastorno autista algunos de ellos tienen una afectación cerebral en donde la localización de la lesión o alteración provoca los síntomas en su comportamiento, ejemplos de estas enfermedades son: hiperuricemia, rubeola congénita, entre otras.  Incluso algunos casos de autismo pueden estar asociados con trastornos genéticos específicos (neurofibromatosis, esclerosis tuberosa, síndrome de Angelman, etc.)

El diagnóstico de autismo se basa en tres pilares sintomáticos:

1.El desarrollo anormal o deficiente de la interacción social:

– Pueden tener una incapacidad para desarrollar relaciones con los niños de su edad.

– Poca tendencia  para compartir disfrutes, intereses u objetivos, tales como mostrar, traer o señalar objetos.

-No participar activamente en juegos sociales, y prefiere tener actividades en solitario.

– No compartir las necesidades o el estado de ánimo de los demás.

2.La existencia de problemas en la comunicación, que afecta al lenguaje comprensivo y hablado:

– Retraso importante en la adquisición del lenguaje o una ausencia total de él.

– Dificultad para iniciar o mantener una conversación con otras personas.

– Cuando se desarrolla el lenguaje, la prosodia es anormal, con una entonación, velocidad, volumen y ritmo inapropiados para la edad del desarrollo.

3. Repertorio restringido de las actividades e intereses.

­- Los intereses se limitan mucho, prefieren actividades muy restringidas: como por ejemplo alinear una y otra vez los juguetes de la misma forma, o imitar repetidamente un tipo de comportamiento.

• Rabieta ocasionada por cambios mínimos en el ambiente
• presentar estereotipias corporales, como aletear las manos o golpear repetitivamente en la mesa con un dedo, balanceos del cuerpo, inclinarse o mecerse; y trastornos de la postura , como andar de puntillas o adoptar posturas extrañas del cuerpo o de las manos.

Los individuos con autismo pueden sufrir además otras condiciones médicas como: dificultades motoras y pobre coordinación en sus movimientos, disfunciones sensoriales (hiper o hipo sensibilidad) a la percepción a los estímulos auditivos, táctiles, visuales o gustativos, trastornos del sueño y alimenticios, disfunciones gastrointestinales. Las personas con este trastorno también corren un riesgo más alto que el promedio de tener epilepsia, mostrar mayor tendencia al sobrepeso y a la obesidad. Otras afecciones psiquiátricas han sido también reconocidas como: Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, depresión, agresividad y trastorno obsesivo compulsivo, entre otros.

Diagnóstico:

Cuando se sospecha una conducta autista en un niño, se debe hacer una historia clínica completa, y cerciorarse de que se cumplen los criterios del diagnóstico psicológico según el DSM-IV:

A. Cumplir seis o más apartados de los criterios I-II-III:
I. Alteraciones cualitativas de la interacción social, manifestado al menos por dos de:
1. Alteración importante de la comunicación no verbal: contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y gestos reguladores de la interacción social
2. Incapacidad para desarrollar relaciones con sus compañeros adecuadas al nivel de desarrollo
3. Ausencia de la tendencia espontánea para compartir con otras personas disfrutes, interés u objetivos (no mostrar, traer o señalar objetos de interés)
4. Falta de reciprocidad social o emocional

II. Alteración cualitativa de la comunicación verbal o no verbal, manifestado al menos por dos de:
1. Retraso o ausencia del desarrollo del lenguaje verbal, sin intentar compensarlo mediante medios alternativos de comunicación: gestos o mímica
2. En sujetos con un desarrollo del lenguaje adecuado, falta de capacidad para iniciar o mantener una conversación con otras personas
3. Utilización estereotipada o repetitiva del lenguaje o tener un lenguaje idiosincrásico
4. Ausencia de juego realista espontáneo, variado o de juego imitativo social adecuado a la edad de desarrollo

III. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidas, repetitivas o estereotipadas, manifestado al menos por uno de los siguientes:
1. Preocupación absorbente por uno o más patrones estereotipados y restrictivos de intereses, que resulta anormal, sea por su intensidad o por su objetivo
2. Rutinas o rituales específicos aparentemente inflexibles, no funcionales
3. Estereotipias o movimientos repetitivos de las manos o del cuerpo
4. Preocupación persistente por ciertos objetos

B. Retraso o funcionamiento anormal en al menos una de las siguientes áreas, que aparecen antes de los 3 años de edad:
a) Interacción social
b) Lenguaje comunicativo o juego simbólico o imaginativo
C) Descartar un síndrome de Rett o un trastorno desintegrante infantil

Igualmente el profesional de la salud tendrá que realizar un examen médico completo, que debe incluir una evaluación de la agudeza visual y auditiva, la altura, el peso y el perímetro cefálico. También tenerse en cuenta la información sobre los hábitos alimenticios y de sueño, sobre el control de esfínteres y sobre una posible epilepsia. Los antecedentes familiares son de gran importancia para determinar si existen en la familia casos de autismo o enfermedades relacionadas.

Las personas con autismo muestran dificultades en la motricidad gruesa y fina, incluidos retrasos motores, coordinación y planificación motora, imitación de los movimientos corporales, problemas perceptuales motores y control postural, por lo cual es relevante evaluar las diferentes áreas motoras. Igualmente, existen muchos estudios sobre la utilización de la resonancia magnética espectroscópica en el diagnóstico del autismo,  la tomografía por emisión de positrones (PET) y la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT).

“En resumen, el diagnóstico del autismo debe realizarse únicamente sobre la base de una evaluación clínica completa, realizada por profesionales con formación en el campo del autismo y que procedan de diversas disciplinas (médica, psicológica, educativa y social). El objetivo de la evaluación no es únicamente establecer, con la máxima certeza posible, si una persona cumple o no los criterios para el autismo, sino garantizar que este proceso conduce a un apoyo y a intervenciones que sean adecuados para la edad, las necesidades y los deseos de la persona, y sus allegados, para así optimizar su intervención y apoyo“(Barthélémy et al., 2019, p.17).